Buenos días amados, hoy cambiamos de tercio, como dicen los taurinos, aunque a mí no me hace ni pizca de gracia que se maltrate a los animales, menos aún invocando a un presunto arte ancestral.
Tampoco me gustan las fiestas por decreto, es decir esos días en los cuales no tenemos que divertir, todos, por decreto de la autoridad competente, que el algunos casos lo es casi a escala mundial.
Una de estas fiestas es la de Carnaval, preludio de una Cuaresma que pocos guardan, pues lejos están las batallas dialécticas de don Carnal y doña Cuaresma dentro de la obra maravillosa del medieval Arcipreste de Hita. En los carnavales se nos permite ser lo que no somos, lo que quisiéramos ser, eso sí sólo por unas horas. No entiendo como no se enfoca la fiesta al revés, es decir disfrazarnos de lo que no queremos ser y durante el resto del año, ser lo que queremos ser. En fin, un lío, pero supongo que todos me entenderéis, sobre todo los perritos, a los humanos, como son más complejos, les cuesta más entender las cosas sencillas, evidentes y de sentido común.
Unos dicen que el Carnaval viene de fiestas paganas, en las que los humanos daban rienda suelta a comportamientos rituales de corte orgiástico, guloso y sobre todo de desenfreno sexual consentido. A otros, en concreto a mí, me da igual cual es su origen y si estos comportamientos fueron consentidos, pero cristianizados en un intento de acultural las pulsiones primigénias de los humanos. El fondo de la cuestión es que nos tenemos que divertir por decreto y si es posible emular los mitos clásicos, la borrachera ritual y el sexo por el sexo. Además lo tenemos que hacer en unos días concretos, nos apetezca o no. Yo como soy una perrita inteligente no participo, para nada en las gilipolleces rituales de los humanos, pero me hace gracia verles tan entusiasmados como aborregados y sin criterio propio. La lógica dice que uno debe divertirse cuando le apetece, emborracharse cuando quiera y folla cuando el cuerpo se lo pida, no en fechas concretas, para eso está todo el año y sobre todo, respetando a los demás.
Las fiestas por decreto salen mal, precisamente por eso, por no ser espontánea, pero parece que a los supuestos espíritus libres de los humanos es lo que les va, seguir el dictado de otros, desconocidos que les dicen cuando y como.
Así que propongo gozar de los placeres de la vida, con sentido común y de la oportunidad, con respeto, sin cortapisas ni con imposiciones. LAS FIESTAS POR DECRETO A LA MIERDA, DEMOSTRAR UN POCO DE SENSATEZ.
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