Buenos días mi amados (del verbo amar) seguidores, hoy vamos a tratar el tema de la elegancia, pero de la natural, de la que sale del alma, no de esa artificiosa situación en la que los humanos se pavonean como no lo hace ningún animal.
La bella Frida se muestra en la pasarela del campo, de la naturaleza, un espacio donde todos los perritos somos inmensamente felices. Como único adorno artificial un precioso collar, realizado a mano por una voluntaria de SOS GALGOS, como se puede apreciar es una maravillosa obra en cuero, donde las formas orientalizantes destacan. El precioso manto natural de Frida es impactante, donde el negro, el blanco y todas las formas habidas de gris se combinan con una elegancia, envidia de cualquier diseñor sapiens.
Hera se ha enfadado un poco, ella es una golden y como tal no usa una talla 36, pero Frida no es una modelo anoxérica, su complexión natural es esa, come como una lima y equilibrado, puede llegar a ser más voraz incluso que un labrador, que ya es decir, pues estos perritos son como aspiradoras, se comen todo lo que pillan. Pero Hera, que es muy buena, entiende que todos no podemos ser iguales, que lo importante es estar dentro de los parámetros saludables de cada constitución física natural. Otro día hablaremos de las tonterías que hace los humanos al respecto, disfrazando a sus mascotas de ridículos espejos de la horterada de sus dueños, son incapaces de entender que con la ELEGANCIA NATURAL ES MÁS QUE SUFICIENTE.
Los humanos, sobre todo las hembras de la especie, se acicalan con exceso, de forma tan impropia que muchas de ellas disfrazan de tal forma su elegancia nata, que parecen más bien esperpentos mecidos por los vientos, no siempre inteligentes, del dictado de unas modas, que cada día son más impersonales. Muchas de ellas parecen, a nuestros ojos, los de los animales de cuatro patas, como ovejas, cuya individualidad es irreconocible. Lo de los machos es todavía peor, cuanto más viejos, más verdes y pellejos, quieren recuperar una juventud, que muchos de ellos derrocharon y no cultivaron.
Con los estereotipos de los humanos ocurre un fenómeno que me hace dudar de su verdadera capacidad para el raciocinio, se empeñan en clonarse al espejo de una valla publicitaria, pero es algo imposible, pero se empeñan con la tenacidad de un asno viejo. Se untan de afeites variopintos, como si de elixires mágicos se tratase, bálsamos de Feirabras de la belleza, se operan las tetas, los pómulos, las arrugas, se hacen liposucciones y otras perrerías sin cuento. Los machos se tiñen y los más gilipollas se gastan un pastón en alargarse el miembro viril, competición con los uros de tiempos pretéritos que no tiene mucho sentido.
Por todo ello mis queridos humanos, os recomiendo SER NATURALES, LA ELEGANCIA ESTÁ EN VOSOTROS MISMOS, NO EN LAS CHORRADAS DE CUATRO ESTILISTAS, QUE OS QUITAN LA CARTERA, O PEOR AÚN, OS HUNDEN EN LA DEPRESIÓN, LA ANOREXIA, LA BULIMINA O EL RABISMO (en castellano, ponerse la polla como un olla). Y por favor, de clacarse piercings y demás instrumentos metálicos, nada, la naturaleza ya os hizo elegantes per se.
Por cierto mi amo (del verbo amar también) es un poco Adán, pero mi ama (más amor del verbo amar), una señora hiperelegante, por eso le quiero tanto.
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