Buenos días mis queridos admiradores, disculpar por el silencio de estos días, pero es que mi amigo Andrés ha estado de viaje por cuestiones de trabajo y la conexión wifi entre él y yo no ha funcionado muy bien.
Hoy por fin vuelve a estar en casa, le veo preocupado, parece que en el trabajo las exigencias son cada día mayores, es la historia interminable, cuanto más currelas, más te exigen, hasta que el burro no pueda con las alforjas, como dice la buena de Frida. Pero bueno, ya os contaré más detalles en cuanto me abra la conexión telepática en ese archivo, el laboral, que lo tiene protegido con contraseña.
Ayer, antes de dormirse, puede acceder a sus pensamientos, el motivo de la meditación eran las amas de casas, a las que recuerrentemente denominaba como las CENICIENTAS DEL SIGLO XXI. Por lo poco que puede seguirle, ya que se quedó sopa en una pis pas, es una injusticia lo que ocurre con estas mujeres, que voluntariamente han renunciado a una vida laboral plena externa, por cuidar y educar a los hijos. Si tienen la desgracia de quedarse viudas, una pensión de miseria, en un divorcio el ostracismo social y laboral o simplemente cuando ya son mayores no tienen ningún derecho a percibir pensión. Es paradójico que para un asalariado se requieran 5000 días de trabajo para tener ese derecho y que unas mujeres, que trabajan 24 horas, durante los 365 días del año no tengan ninguna cobertura por parte del Estado.
Todavía más cruel es la actitud de muchas mujeres, que se autodenominan trabajadoras, que las desprecian con apelativos tan crueles como marujas. Estas mujeres, que en sus casas contratan a otras mujeres, con salarios de miseria, para que les hagan las labores domésticas, que trabajan la mitad que las amas de casa, si tengan derecho a recibir una pensión de jubilación. Lo mismo ocurre con esos maridos, novios o parejas de facto, que trabajan fuera y luego en el hogar pasan de todo.
Quizás ahora que empieza una campaña electoral, algún político plantee resolver esta tremenda y sangrante injusticia, los perritos votaríamos por ello, por justicia y sobre todo por reconocer un trabajo, el de educar a los hijos que tendrá su fruto en el PIB de la Nación en el futuro. Es muy bonito no tener hijos, vivir en pareja como novios eternos y que los hijos de las marujas nos paguen la jubilación: UNA INJUSTICIA.
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