martes, 15 de abril de 2008

PUERCOSEXUALES




Buenos días para todos mis queridos admiradores, hoy vamos a dar un poco de grasa, de cera, de palos, a los machitos sapiens.
Estos simpáticos animalitos, siempre atentos a los cuerpos maravillosos de las chicas de portada de las revistas amarillas y de las películos de género más que dudoso, no son precisamente ejemplos de adonis masculinos. Pero como siempre más importante que lo puramente físico son las formas, las maneras, es decir la urbanidad. Urbanidad que no consiste en solicitar licencias de construcción a los concejales del área respectiva a cambio de una dádiva, más o menos generosa. Urbanidad no es sinónimo de pocero, que no es quien hace prospecciones en busca de agua fósil subterránea, más bien quien pega pelotazos construyendo viviendas basura a precio de palacios orientales. Urbanidad tampoco es la Guardia Urbana, esos señores que ponen multas por aparcar en doble fila, pero que no se atreven con los traficantes callejeros. Urbanidad es saber comportarse cívicamente, o lo que es lo mismo, ser educado con y para los conciudadanos. En resumen, son lo modos, socialmente admitidos, de comportamiento que nos permiten vivir en libertad, pero sin joder al vecino.
Todo este rollo, que los animales tenemos bien claro y que sin ser tan hiperinteligentes como los sapiens sapiens, practicamos a diario sin más problemas, parece ser algo así como las doce pruebas de Hércules para los humanos. En nuestra casa estamos tres perritas y una gatita, cada una sabemos que lugar ocupamos en la familia, nos respetamos y sobre todo procuramos que la vida transcurra ordenamente, sin que se generen conflictos por nuestra culpa. No nos peleamos ni por el agua, ni por la comida, ni por las colchonetas. No nos molestamos, sabemos estar. Pero los humanos, y cada día peor, se comportan como auténticos salvajes, sobre todo los tíos.
Cada vez me produce más grima ver sus actuaciones en sociedad, tipos que comen metiendo ruídos guturales, que eruptan o se tiran pedos en público sin ninguna clase de pudor, que blasfeman ritualmente, que no saben hablar más que a gritos, que soban el culo de las churris como quien saluda a su jaca, etc, etc,
Colegas que se deforman por comer tanta mierda y beber como salvajes, que les huele el aliento a cazalla podrida, a ajos, a cebolla fermentada. Especímenes que te avasallan en los supermercados, en las tiendas, en los campos de fútbol, en los bares, en las discos. Tipejos que babean y desnudan con la mirada a las chicas guapas, mientras ellas los visten con el chador para evitar imaginarlos en pelotas, lo cual les causaría el molesto vómito compulsivo e inevitable Burros de puti club, de barra americana, de espacios cerrados y malolientes.
Menos mal que hay chicos que se cuidan, que saben tratar a sus chicas con cariño y sobre todo con delicadeza y respeto, les llaman metrosexuales, para mí debería ser el comportamiento normal y habitual. Por desgracia parece que se imponen los puercosexuales, pero las chicas teneís que plantarles batalla, condenarles al ostracismo de los blasfemos y maleducados, no hacerles ni puto caso. Cuidado también con esos que una vez alcanzado el objetivo, es decir de pillar chica mona, se dejan, se quitan el disfraz y se adornan de vomitivosexuales, ponerles firmes antes de que la metamorfosis sea completa e irreversible, pero si persisten: a la puta calle o por la taza de water cañería abajo.
Bueno queridos os dejo, me voy a sobar, besos.


1 comentario:

Anónimo dijo...
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