Buenos días amados, despunta un nuevo amanecer y ya está vuestra perrita favorita al pie del cañón digital.
Hoy quiero hablaros de una chica, esa que viste de rojo en las fotos adjuntas, a la que están poniendo a parir sus propios colegas de eso que los humanos llaman el servicio público, osea la política.
La doña no es santo de mi devoción, para mi gusto es excesivamente fachilla y pija, pero como es un femina la voy a defender, por puro corporativismo sexual.
Repito que se puede o no estar de acuerdo con sus ideas, pero lo cierto es que, como todas las mujeres, tiene coraje y por ello no se queda calladita como los pelotas, no tiene miedo a no salir en la foto, muestra más valor que todos los capullos de su partido, que son los pps.
Además no me ha gustado nada como la acosa el tijpejo flaco y renegrido, que parece se la quiere comer, con careto de salido o quizás la pretendía vampirizar, lo cual todavía es peor.
Su jefe es el señor de las barbas quien también y a pesar de la sonrisa quisiera verla en las antípodas. Un jefe que trate así a sus colaboradores no me parece digno de tal apelativo.
El enemigo declarado de la mujer de rojo es el chico de las gafas, ese que se pasea por la China con aire despistado, de empollón, de niño bueno, pero que se la tiene jurada. ¡Malo más que malo!
Todos parecen como sacados del camarote de los hermanos Marx y eso que de rojos no tienen nada, les salen granos sólo con oir el apellido del filósofo alemán. ¡Qué pena, supuestos servidores de causa pública a tortas por agarrarse, como lapas tenaces, al sillón bien pagado!
Por lo tanto le pido a la mujer de rojo que no se rinda, que les plante cara, de lo contrario estos animalitos son capaces de enterrarla en cualquier descampado.
Chicas a pelear como la mujer de rojo, por vuestras ideas y dignidad, yo no le votaría nunca, pero me jode que carguen contra una chica de esta manera, por tener coraje y dar la cara.
Un beso, me voy a sobar y a continuar la huelga de hambre.
PD: un secreto, el otro día tire una meadilla en una alfombra de casa, no me podía aguantar, prometo no volver a caer en la tentación. A mi ama de esto ni chistar, que me mete en el Guantánamo de la cocina.
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