sábado, 19 de abril de 2008

¡HAY CARMELA!


Buenos días amados, ya estoy otra vez circunavegando el espacio digital.
Hoy vamos de Ministras, de las del gobierno de España, de esas a las que el imbécil embotoxtado de Berlusconi llama rosas. Ese viejo si que está marchito, y si se acuesta con alguna chica tiene que ser pagando, el lavado de estómago incluído de la valiente necesitada. ¡Qué asco! Tiene que estar más seboso, arrugado y flácido que un higo después de cuatro siglos a la intemperie. Y el miembro, mejor me callo.
Hoy doña Carmen, doña Carme o doña Carmela, ha tenido que coger el avión y embarazada se ha plantado, con dos pares, en el Afganistán. Yo personalmente, como perrita cibernética, creo que no era en absoluto necesario teniendo en cuenta la maravillas tecnológicas, léase las videoconferencias entre otras. Pero como es mujer, pues a demostrar que es como un tío, osea hacer el gilpollas de plantarse en una zona de guerra a tocar los güevos (metafóricamente, que el bromuro tiene que correr a raudales por esas bases) a los pobres soldados. A la tropa le importa una polla que vaya el ministro, el rey o el presidente del Madrid. Cada visita de estas significa zafarrancho, más currelo, esperas en firmes y demás chorradas militares para tomarse un vino caliente y una paella pasada. Bastante triste tiene que ser estar en ese país como para que venga el general y monte un movida, para diez minutos de gloria con la Ministra.
Supongo que a doña Carmela le pasará lo mismo, para que cojones tiene que ir hasta el culo del mundo, para ver una base militar, hoy perfumada pero que habitualmente huele a pies.
Pero que ocurre, las mujeres a demostrar, los hombres a criticar. Seguro que si no va la ponen a parir, pero para bien parir no creo que sea necesario tomarse una Mirinda en el infierno afgano.
Total movida para nada, sólo para que se callen los cabrestos machistas.
De todas maneras sobresaliente doña Carmela, pero un consejo, sea usted misma, no haga ni jodido caso a los hombres, no tiene que demostrar nada más que su valía como gestora. No sea gili, cuide al niño y que tenga un buen parto. No sea que tenga que volver, ya parida, con el niño en brazos de un aguerrido y asustado militar.
Para los machitos un mordisco en sus partes y el deseo que en otra vida se reencarne en cerda paridora.
Para todos los demás el besito amoroso y las chicas a cuidadaros, no currar tanto, no sea que os pase como a la de la foto, que agotada, las tetas por la mesa. Y recordar que siempre hay un guarro, osea un presapiens dispuesto a aprovechar el descuido senoidal.

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