Buenas noches estimados, amados y superadorados admiradores de estas cuitas y elubraciones caninas.
En primer lugar me quiero disculpar por no haber publicado ningún inteligente comentario desde el pasado jueves, pero problemas técnicos, esos que ocurren en la red de cuando en vez, han imposibilitado la conexión, pero como no hay mal que cien años dure, excepto la cruz del bozal, vuelvo al universo cosmopolita digital.
Estos días, aprovechando los problemas con internete, he empleado inteligentemente el tiempo para leer. En realidad quien hace el esfuerzo es mi amo, yo sólo me conecto vía wifi a su retícula de neuronas y cuando el tema es interesante presto atención y si me aburro a sobar, es decir en stand by.
Terminamos de leer el libro de Helen E. Fisher titulado Anatomía del amor, que es una de esos textos que te encandilan y enganchan desde el título. La Señora en cuestión escribió el libro por el año 92 del pasado siglo, hace cuatro días, y el mismo creo que tiene gran validez en nuestros inicios del siglo XXI. Trata el tema desde la antropología y la etología, es decir desde el estudio de culturas primitivas supervivientes en nuestra época, pasando por comportamientos animales y también, como no observando con buen ojo clínico las actitudes de nuestros contemporáneos de los sapiens.
Parace que nuestros dominadores no son tan lejanos en los comportamientos sexuales a los primates, en concreto a los bonobo, unos monitos que son, por decirlo finamente, más bien salvajemente promiscuos. Pero una de las características singulares y diferenciadoras del comportamiento sexual de los humanos es que realizan sus prácticas amatorias en la intimidad, es decir lejos de las miradas de sus congéneres. Algunos se empeñan tanto en ello que buscan los lugares más recónditos, pero la cámara siempre está atenta y los mirones más. Vean el ejemplo de la foto, que además no es nada recomendable, más que todo por la peligrosidad que encierra.
Otra de las diferencias más notorias en esta cuestión se trata de que las hembras humanas son receptivas durante todo el año, clara diferencia con nosotras las perritas y los demás mamíferos.
Pero ello que es una ventaja evolutiva, o eso dicen los científicos, tienen también su parte problemática, ya que el deseo puede brotar de forma espontánea e incontrolada. Así surge el ligoteo inconsciente muchas veces y permanente, ya que tanto varones como feminas no pueden apartar su condición animal en gestos y actitudes, el problema es cuando se interpretan estos actos, reflejos en la mayoría de los casos, de forma equivocada estalla el conflicto, siendo las mujeres las más perjudicadas, como ejemplo el acoso sexual en el trabajo u otras expresiones animales mucho peores todavía.
En occidente, en las sociedades opulentas, ocurre otro fenómeno impensable en la sociedades tradicionales tanto cazadoras recolectoras como agrícolas y que no es otro que el adelanto de la menarquía en las mujeres. La alimentación, rica en grasas, proteínas y demás, hace que las niñas desarrollen antes, y esos juegos sexuales de iniciación, que en las sociedades más pobres no tienen consecuencias si se manifiesten en occidente con ese drama que suponen los embarazos entre las adolescentes.
Por ello es fundamental una educación sexual temprana, siendo el conocimiento del funcionamiento del propio cuerpo y de los métodos anticonceptivos algo básico.
En fin, sin pretender dar clases de moralina, os pido lo de simpre, respetad a las mujeres y a ambos sexos aderezar el coito con el ingrediente fundamental, básico y siempre necesario: EL AMOR.
Un beso, leer el libro, con este seguro que cualquiera aprende mucho sobre la vida, el amor, la sexualidad y sobre todo el nexo que unirá siempre a humanos con el resto de las especies animales, descubrieron la secuencia del ADN y se quedaron más animales de lo que se pensaban. ¡Qué orgullosos son! ¿Para qué?