Buenos días amados, la cabronada de ayer no tiene nombre, me pelaron como a un pollo, me bañaron y no me dieron por atrás de globo. Parezco un chiguagua, un esperpento, estoy fea pero con avaricia, más que la Bea, más que la Paris Hilton, más que la mujer barbuda del circo Ringling.
Pero bueno, la vida sigue y la venganza se sirve en plato frío. Ya llegará mi oportunidad, eso sí si antes no la casco de una pulmonía.
Precisamente a cuenta de los catarros ha tenido que intervenir la Reina entre las Reinas, la del Imperio Británico, la elegante entre las horteras, la que no se atreve a soltar el trono al orejas y a la yegua vieja. Su majestad, ha prohibido entrar en el sacrosanto recinto de Ascot sin bragas. Alucinante, parece que las pavas de la pamela se dedicaban a montar en lugar de ver como montaban.
Por eso los indios del Amazonas en cuanto ven a un blanco en lotananza los reciben a flechados y es que los civilizados están como las pobres cabras de la Legión. Como muestra el jefe de los españoles en acción cinegética.
Bueno amados, siempre nos quedará Donosti.
Me voy a sobar, a desconectarme, a olvidarme de que ya no tengo pelo.
Cabrones de amos, esta os la guardo. La venganza será terrible, como las de Fu-Man-Chú.
Un beso.
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