jueves, 21 de febrero de 2008

UN DIAMANTE NO ES PARA SIEMPRE, ES PARA MÍ

Buenos días adorados, sigue sin llover y me parece que la gracia de ducharse con cerveza va camino de convertirse en realidad. Pero no adelantemos acontecimientos, que luego me dicen que soy una perrita gafe y bastante tengo con el puto bozal.
Os vuelvo a repetir que soy divina, y por ello una creación irrepetible, a ver si hay suerte y les entra en la cabeza a mis amos, sobre todo a Andrés que bien hermosa tiene la testa, que soy un ser nacido para ser amado, mimado, como una joya, como un rubí, exactamente como un diamante. Como tal gema debe ser siempre admirada, guardada con celo y mostrada con elegancia, no con el burka de los güevos, con ese bozal con el que parece que voy de permanente mascarada.
Lo mismo deben de hacer los humanos con las chicas, esas adorables criaturas, que sin su dósis de sentido común, los varones más bien fueran adanes u otra cosa peor, cerditos sucios e indisciplinados. Sólo por agradecimiento al regalo de la creación que son las mujeres, siempre bellas, siempre inteligentes, pero también puteadas, prostituidas y maltratadas, los hombres debieran estar siempre de rodillas ante ellas. Una forma de hacerlo es con unos buenos diamantes. Algún gili dirán que son caros, normal, si no fuesen caros serían patatas o nabos. El dinero no es problema, es la voluntad, pues más caro es el tabaco, las bigotadas, el canal +, las entradas al fútbol, a los toros, el portátil que no se usa, la moto que contamina, las cervezas con otros golfos, etc, etc, ya que si enumero todos los caprichos de los hombre llegaría hasta el infinito infinitesimal. Los caprichos de las mujeres son pocos y normalmente se trata más bien de cosas necesarias, imprescindibles y compradas con grandes dósis de sentido común.
Por tanto estimados machos, quitaros algún vicio absurdo y seguro que en poco tiempo los diamantes pueden estar en el maravilloso cuello de vuestro amor. Espero que mi amo tome nota de ello, se faje en el ahorro y decore el impresionante cuello helénico de mi ama y de paso, como se pondrán seguramente amorosos, tiren el puto burka a la mierda, o mejor se lo encasqueten a la gili de blackie.
Un lametón amoroso y abrir la cuenta de ahorro del diamante.

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