sábado, 16 de mayo de 2009

LA PASTILLA DEL DÍA ANTES

Buenos días amados, andan los humanos más que revolucionados a cuenta de la píldora que ellos llaman del día después.
Ayer estuve con mi amo en el veterinario, en ese sitio donde a una no le hacen más que putadas y donde también venden el pienso más sano del mundo, pero a la vez el más repugnante diseñado por la retorcidas mentes de los sapiens. Y mientras mi amo le daba a la peladilla con los barbados mataperros, o matasanos como los humanos califican a sus médicos y harta de tirar de la correa para largarme de lugar tan infecto y de tortura legal animal, me convencí que lo más sensato era adoptar una postura estoica, así que me tumbe y puse las orejitas a la escucha. Me quedé literalmente acojonada, os cuento.
En primer lugar narraba uno de aquellos clones del doctor Bacterio, el de Mortadela y Filemón, que tebeos por cierto más flipantes, que al ir a abrir la tienda, o mejor dicho el centro de detención ilegal de perritos y demás mascotas, se encontró en la puerta, en caja de cartón, nada menos que a tres cachorros de mastín, abandonados, como si la tienda de estos mataperros fuese una incluso canina.
Segundo, que aconteció que se presentó un bárbaro, más bárbaro que los bárbaros de Conán el Bárbaro, quien guiñándose en todo lo guiñable, se que quejaba de que su perra había parido y que se iba a cargar a los cachorros. Los matasanos, que algo de corazón animal deben tener, pidieron al salvaje asesino una prorroga, un retraso en la ejecución de la condena a muerte de los cachorritos. Intentarán buscarles una familia de adopción, con los mastines ya lo consiguieron, y espero que sus nuevos amos sean más animales que personas, pues de lo contrario mala vida les espera sin confían en la bondad humana.
Por eso yo reivindicó la píldora del día de antes, una que debieran tomar, obligatoriamente, todos aquellos humanos antes de pretender tener una mascota. Una gragea que les hiciese ver, en rápida película alucinógena lo que significa tener un perrito, una gato, un periquito, un loro y yo que sé más. Así muchos de ellos dejarían la tontería de que qué majo es el perrito, que gracioso es el gato, que bien canta el periquito y yo le enseñaré a hablar al loro.
Menos gilipolleces y más cuidar a las mascotas, más sentido animal y menos piedad humana, que en muchos casos es sinónimo de crueldad.
Un beso coleguitas y a ser buenos en el finde.

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